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En el punto más alto de Évora se alza un magnífico templo romano, cuyas 12 columnas antiguas tienen más de 2.000 años de antigüedad.
Este templo está considerado como la estructura romana mejor conservada de la Península Ibérica, y debe su supervivencia a una serie de acontecimientos afortunados. A lo largo de los siglos, se incorporó a varios edificios: primero como parte del Castillo de Évora, luego como matadero y, finalmente, como un sencillo almacén de madera.
En la época romana, era una vista impresionante: con 25 metros de largo por 15 metros de ancho y un podio elevado, constituía la estructura principal de la Évora romana. Originalmente, el templo tenía columnas en tres de sus lados y una amplia escalinata de entrada que recorría todo el lado sur.
La ubicación privilegiada del templo reflejaba su importancia en la Évora romana, mientras que su construcción demostraba el prestigio de la ciudad dentro del imperio romano.
Hoy en día, el elemento más impresionante del templo son sus 12 columnas corintias, que se mantienen en pie con sus arquitrabes de conexión perfectamente conservados. Las columnas de granito del templo se elevan hasta una asombrosa altura de 7,68 metros, y sus capiteles corintios lucen intrincados diseños de hojas de acanto, característicos de la decoración arquitectónica romana.
El mármol utilizado en algunas partes del templo se extrajo de canteras locales, lo que demuestra cómo los constructores romanos se adaptaban al uso de materiales de la región. Sus elegantes columnas corintias muestran decoraciones talladas con delicados motivos florales, entre los que destacan caléndulas, girasoles y rosas.
Aunque se le conoce comúnmente como el Templo de Diana, en realidad no estaba dedicado a Diana, la diosa de la caza, durante la época romana. Los hallazgos arqueológicos sugieren que probablemente estuvo dedicado al culto imperial de Augusto, reflejando la práctica romana de la veneración al emperador. La conexión con Diana surgió en el siglo XVII, a través de una leyenda creada por un sacerdote local.
Construido en el siglo I, el templo se erigió en honor al emperador Augusto, a quien se veneraba como un dios durante y después de su reinado. Sin embargo, el templo sufrió graves daños en el siglo V durante las invasiones de los pueblos germánicos, que arrasaron la Península Ibérica.
En el siglo XI, el templo pasó a formar parte del Castillo de Évora, integrándose su base, columnas y arquitrabes en los muros de la torre medieval. Más tarde, cuando la estructura se transformó en una carnicería medieval, se añadieron muros de ladrillo entre las columnas.
Estos muros, aunque ocultaban la arquitectura clásica original del templo, resultaron fundamentales para proteger las columnas del derrumbe o deterioro durante varios siglos.
En 1467, el rey Alfonso V llegó incluso a autorizar la extracción de piedras del templo para proyectos de construcción y obras defensivas. A pesar de esto, la estructura logró sobrevivir, y en 1789, el arquitecto James Murphy elaboró la primera reconstrucción detallada del aspecto original del templo.
La verdadera importancia del templo se redescubrió en 1836, lo que dio inicio a un amplio proyecto de restauración. Bajo la dirección de Giuseppe Cinatti, se retiraron meticulosamente los muros medievales, completándose las obras en 1871.
El valor histórico del templo fue reconocido oficialmente cuando la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1986.
Encontrarás el templo en la plaza Largo Conde de Vila Flor. Gracias a su ubicación en el punto más alto de la ciudad, es muy fácil llegar: solo tienes que subir la cuesta. Puedes acceder al templo las 24 horas del día y la entrada es gratuita.
Podrás admirar las majestuosas columnas y los detalles arquitectónicos del templo mientras paseas alrededor de su perímetro. El lugar te ofrece magníficas oportunidades para hacer fotos, especialmente durante el amanecer y el atardecer, cuando la piedra antigua resplandece con la luz dorada.
En los alrededores encontrarás otras atracciones interesantes, como los Jardines de Diana (Jardim de Diana), el Palacio de la Inquisición (Palácio da Inquisição) y el Museo de Évora, todos ellos situados a los pies de la imponente Catedral Sé.